viernes, 23 de agosto de 2013

“Educación en los Años 90”


“Educación en los Años 90”
Por: Bárbara Rubí Ortega Ortega

El final del siglo XX y los albores del siglo XXI traían consigo problemáticas que no habían podido ser atacadas, resentimientos sociales, descontento de la población, proyectos inconclusos, políticas internacionales que trataban de ser adaptadas al contexto nacional de manera parcial lo que provocaba confusión, resultados poco certeros ineficacia en el proceso. Inevitablemente después de severas crisis económicas, de movimientos sociales, del descuido al sistema educativo, de luchas y protestas México se hallaba en una situación crítica urgente era la renovación de las políticas haciendo especial énfasis en la educación como elemento de movilidad social, el camino para mejorar económicamente y el medio para construir una sociedad más justa e igualitaria.

El Sistema Educativo Mexicano, que en cada sexenio iba siendo más descuidado, porque pese a que existieron propuestas como el Plan de Once Años, la falta de recursos, la desorganización social y el interés del gobierno por el proceso de industrialización impidió que se dieran seguimiento a las propuestas de los Secretarios de Educación Pública, así poco a poco la desastrosa situación de la nación en el ámbito educativo fue evidente las cifras eran clara muestra de la alarmante situación que se vivía, el promedio inferior a cinco, nuestra nación era de reprobados.

Con la intención de abarcar la cobertura educativa se multiplicaron las escuelas, aumentó el número de instituciones, el discurso reflejaba que se estaba atendiendo el aspecto educativo, duplicar el número de escuelas fue el camino, aunque  ahora en retrospectiva se optó por la cantidad en lugar de la calidad lo que se demostraba en el bajo rendimiento académico, el desconocimiento de los planes de estudio, los resultados reprobatorios en los exámenes de ingreso y la poca eficiencia terminal.

La preparación de los maestros seguía siendo un desafío, al gremio magisterial se incorporaban personas que poco conocimiento tenían del ámbito educativo, mal que aún aqueja las instituciones educativas cuando personas sin perfil profesional llegan a las aulas sin disposición a la capacitación. El número de egresados de las escuelas normales era insuficiente y pese a la reforma de la que fueron susceptibles las Escuelas Normales donde ahora egresarían Licenciados en Educación el perfil deseable no respondía a las demandas de la sociedad.

La falta de articulación entre los diferentes niveles educativos provocó que cada nivel ejecutara los planes de manera parcial, existía un abismo entre los programas de estudio lo que impedía la continuidad de lo aprendido en el nivel anterior, del mismo modo la escuela era un espacio cerrado donde no se vinculaba con las condiciones sociales y culturales del lugar donde estaba situada, así la realidad los objetivos que se planteaban en el Artículo 3° para la conformación de un ciudadano en el que se desarrollen armónicamente todas sus facultades era una visión lejana.

Aunado a ello no existía un mecanismo de evaluación eficiente que permitiera dar cuenta de la evolución del SEM, no había una continua revisión de los programas que diera pauta a producir información sistemática mediante la cual se mejoraran las condiciones del entorno, en la educación no se pugnaba por la calidad, no había quién diera cuenta de ello y el perfil deseado no era alcanzado.

La descentralización del SEM permitió en un momento que se progresará al otorgar le poder a los Estados y Municipios, la intención era desarrollar una perspectiva real de las necesidades educativas, partir y dar pronta solución a las problemáticas enfrentadas.

El contexto internacional también fue factor decisivo, con la intención de situar a la nación en este plano se adoptaron una serie de modelos educativos que poca relación tenían con la realidad nacional y que se planteaban para instituciones con todos los recursos, donde se empleaban maestros conocedores de los procesos de enseñanza y aprendizaje, donde el gobierno comprendía que la educación era el vehículo para el progreso.

El Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica que tiene lugar en 1992 trataba de enfrentar los desafíos del SEM, la calidad, la cobertura, la equidad, el financiamiento y la articulación desde la acción. Así los planes y programas de 1993 se ponen en marcha, los maestros afrontan el reto pero aprenden de la práctica, nuevamente se hace lo que se entiende más no lo que es y con ello el planeamiento queda alejado.

El gobierno con sus políticas educativas trataba de atacar dificultades del SEM dando pauta a nuevas, un  proyecto no se concretaba porque no existía ese seguimiento real de las acciones implementadas, las problemáticas de antaño que se hicieron evidentes, soluciones ya puestas en marcha eran reanudadas pero sin ser analizadas. La educación era un medio de control social, el mecanismo para legitimar el poder del Estado, esa situación conveniente trajo consigo retroceso, ignorancia y  mala calidad de la que aún no hemos podido liberarnos.

La educación en los años 90 sufrió reformas, cambios en la práctica; cobertura y calidad eran las premisas, 13 años después se habla de una calidad educativa que entonces hace reflexionar cómo ha evolucionado el SEM. Más cómo pretender cambiar un sistema con acciones vagas, poco profundas, sin un elemento fundamental que es la preparación de los docentes, no se reconoce la labor de éste, la actualización parece lejana cuando los cursos son improvisados. El perfil deseable de educación básica tiene grandes pretensiones pero dentro de las aulas los recursos mínimos aún no llegan, se llenan se programas compensatorios las escuelas de educación básica, la evaluación  no es ese proceso reflexivo para mejorar la práctica.

Entonces después de tantos años, ¿cómo es posible que no haya mejora real en el SEM? Será entonces que es factible seguir reproduciendo esta sociedad, esta ideología que permea y hace crecer las diferencias sociales, que salvaguarda las condiciones favorables para unos cuantos. Será quizá que no es que no se hayan dado cuenta, es que es mejor que así continúe el sistema, porque un pueblo educado peleará por mejorar sus condiciones, por vivir democráticamente, por elegir y decidir porque sabe lo que desea y hacia dónde se dirige.

 

 

Bibliografía.

·         Guevara Niebla, Gilberto (coord.), “I. El estado de la educación en México” en: La catástrofe silenciosa (1995), México, FCE, 1ª reimpresión

·         Ornelas, Carlos, “IX. Nacionalidad y modernización en la transición del SEM” en: El Sistema Educativo Mexicano (1995), México, FCE, p. 321-350

·         Ornelas, Carlos, “VII. Del centralismo a la federalización educativa” en: El Sistema Educativo Mexicano (1995), México, FCE, p. 285-320

 

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