viernes, 23 de agosto de 2013

Evaluación pauta para la calidad


Evaluación pauta para la calidad

Bárbara Rubí Ortega Ortega

 

Esta consigna me persigue, tengo presente cumplirla desde hace ya bastante, no sabía muy bien como iniciarla, tal vez el miedo es lo que me ha impedido escribir. Si en mis años de primaria hubiese tenido una maestra que incitará la expresión escrita, entonces un ensayo sería tarea fácil, pero carecí de ella y ahora soy una estudiante intentando escribir.

No estoy aquí para plasmar mis carencias educativas, busco establecer en este escrito como la evaluación es pauta para alcanzar una calidad educativa, con esa relación que existe entre la sociedad y la transmisión de su cultura que se ha buscado cuantificar, responder con un número a la inmersa responsabilidad de la formación de los individuos.

Aquí surge la primera incógnita ¿qué es educación? Sanvisens lo define como “un entramado social y político que refiere a la actividad de enseñanza y a su organización y desenvolvimiento” sin embargo su tarea es más ardua, principio y fin de lo que somos, medio que nos hace realmente humanos, porque como sostiene Kant “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.

Sin embargo en esta educación está presente la relación entre un educador y un educando, en dicha correspondencia surge el hecho educativo, que será toda acción llevada a cabo dentro de las instituciones encargadas, sujeto a estudio por su trascendencia e impacto en la sociedad. Es realmente sorprendente toda la responsabilidad que asume la educación y como los hombres en su intento de perfeccionarla han desarrollado sistemas para calificarla, para analizarla, para perfeccionarla los cuales permitan, identificar los logros que se tienen en el currículum. Estos condensados dentro de lo comúnmente llamado evaluación.

La palabra “evaluación”, como muchas otras, posee múltiples significados, significados que van a depender de las diferentes perspectivas y contextos desde los cuales se aborde el término. A estos referentes, y en el ámbito educativo, se deben añadir también las necesidades y objetivos institucionales, los marcos teóricos que orientan la filosofía educativa de la institución y la propia concepción que del término posea quién evalúa, en este caso, el docente. La concepción del docente va a depender, al mismo tiempo de su formación,  de sus intereses, de sus motivaciones y, en gran parte, de su responsabilidad frente a su labor educativa.

 

Para Díaz Barriga y Hernández Rojas (2000), plantean un significado de tipo constructivista sobre la evaluación, más centrado en su importancia y su función:

 

“La actividad de evaluación es ante todo compleja, de comprensión y reflexión sobre la enseñanza, en la cual al profesor se le considera el protagonista y responsable principal. La evaluación del proceso de aprendizaje y enseñanza es una tarea necesaria, en tanto que aporta al profesor un mecanismo de autocontrol que la regula y le permite conocer las causas de los problemas u obstáculos que se suscitan y la perturban. Desde una perspectiva constructivista la evaluación de los aprendizajes de cualquier clase de contenidos debería poner al descubierto lo más posible todo lo que los alumnos dicen y hacen al construir significados valiosos a partir de los contenidos curriculares. De igual manera, se debe procurar obtener información valiosa sobre la forma en que dichos significados son construidos por los alumnos de acuerdo con criterios estipulados en las intenciones educativas”.

 

 

En este caso definimos como evaluación a la  valoración permanente y continúa de los conocimientos, habilidades y actitudes,  que se da sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje que permite mejorar las condiciones de trabajo dentro y fuera del aula.  La evaluación, entendida como una serie de acciones continuas que los docentes realizan de manera cotidiana en el aula para indagar sobre el nivel de formación que han alcanzado sus estudiantes, no puede reducirse solamente a los resultados arrojados por los exámenes que son, en última instancia, una simplificación de la evaluación. Estos resultados, si bien son importantes para conocer el grado de adquisición de ciertos conocimientos y habilidades, constituyen sólo uno de los elementos que forman parte de la evaluación en sentido más amplio. De esta forma, los resultados de los exámenes deben convertirse en un punto de partida para que docentes, coordinadores y directores reflexionen en torno a las prácticas evaluativas y a las prácticas de enseñanza, de tal forma que aquello que se hace en el aula sea significativo y promueva al mismo tiempo actitudes de compromiso, interés y responsabilidad en los estudiantes, que conllevarán a un aprendizaje significativo y de largo plazo.

 

La evaluación se reconoce actualmente como uno de los puntos privilegiados para estudiar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Abordar el problema de la evaluación supone necesariamente tocar todos los problemas fundamentales de la pedagogía.

 

“Cuanto más se penetra en el dominio de la evaluación, tanto más conciencia se adquiere del carácter enciclopédico de nuestra ignorancia y más ponemos en cuestión nuestras certidumbres. Cada interrogante planteado lleva a otros. Cada árbol se enlaza con otro y el bosque aparece como inmenso”  (CARDINEL, 1968).

 

 

La evaluación íntimamente ligada a la calidad establece su relación cuando sostenemos que una educación es de calidad en la medida en que los estudiantes logren los objetivos propuestos, o alcancen lo que se espera de ellos; en otras palabras: “que aprendan lo que tienen que aprender, en el momento en que lo tienen que aprender y que lo hagan en felicidad”. Es por esa razón, que los sistemas de evaluación dentro y fuera del país centran su atención y sus esfuerzos fundamentalmente en conocer el logro cognitivo de los estudiantes, en términos de conocimientos, competencias, habilidades del pensamiento,  saberes,  actitudes, pues se puede decir que en el aprendizaje de los estudiantes se resume o se debe reflejar la mayor parte de todo el quehacer educativo, de todo el trabajo escolar, ya que de muy poco sirve contar con docentes muy preparados, con un plan de estudios bien diseñado, con buenas instalaciones físicas y con excelentes recursos didácticos, si los estudiantes no aprenden, o si escasamente alcanzan las metas básicas propuestas.

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

ü  CASANOVA, María A. (1999): Manual de evaluación educativa, 6.ª ed. Madrid, Editorial La Muralla.

ü  Díaz Barriga, Ángel. (2005). Docente y programa lo institucional y lo didáctico. México: Pomares.

ü  DÍAZ BARRIGA, Frida, y HERNÁDEZ ROJAS, Gerardo (2000): Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México, McGraw-Hill (Serie Docente del siglo XXI).

ü  SANVISENS, Marful, A (1987) "Educación, Pedagogía y ciencias de la educación" en Introducción a la pedagogía. España, Bacanova, pp. 7

ü  http://es.wiktionary.org/wiki/evaluaci%C3%B3n
Palabras del Dr. José Bernardo Toro, Decano Académico de la Facultad de Educación de la Universidad Javeriana de Bogotá, con motivo de su conferencia en el Encuentro Internacional de Educación realizado por el Grupo Santillana en el Hotel Tequendama. Bogotá, D.C. sep. 2002

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