Evaluación
pauta para la calidad
Bárbara
Rubí Ortega Ortega
Esta consigna me persigue, tengo presente cumplirla
desde hace ya bastante, no sabía muy bien como iniciarla, tal vez el miedo es
lo que me ha impedido escribir. Si en mis años de primaria hubiese tenido una
maestra que incitará la expresión escrita, entonces un ensayo sería tarea
fácil, pero carecí de ella y ahora soy una estudiante intentando escribir.
No estoy aquí para plasmar mis carencias
educativas, busco establecer en este escrito como la evaluación es pauta para
alcanzar una calidad educativa, con esa relación que existe entre la sociedad y
la transmisión de su cultura que se ha buscado cuantificar, responder con un número
a la inmersa responsabilidad de la formación de los individuos.
Aquí surge la primera incógnita ¿qué es educación?
Sanvisens lo define como “un entramado social y político que refiere a la
actividad de enseñanza y a su organización y desenvolvimiento” sin embargo su
tarea es más ardua, principio y fin de lo que somos, medio que nos hace
realmente humanos, porque como sostiene Kant “Tan solo por la
educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que
la educación hace de él”.
Sin embargo en
esta educación está presente la relación entre un educador y un educando, en
dicha correspondencia surge el hecho educativo, que será toda acción llevada a
cabo dentro de las instituciones encargadas, sujeto a estudio por su
trascendencia e impacto en la sociedad. Es realmente sorprendente toda la
responsabilidad que asume la educación y como los hombres en su intento de
perfeccionarla han desarrollado sistemas para calificarla, para analizarla,
para perfeccionarla los cuales permitan, identificar los logros que se tienen
en el currículum. Estos condensados dentro de lo comúnmente llamado evaluación.
La palabra “evaluación”, como muchas
otras, posee múltiples significados, significados que van a depender de las
diferentes perspectivas y contextos desde los cuales se aborde el término. A
estos referentes, y en el ámbito educativo, se deben añadir también las
necesidades y objetivos institucionales, los marcos teóricos que orientan la
filosofía educativa de la institución y la propia concepción que del término
posea quién evalúa, en este caso, el docente. La concepción del docente va a
depender, al mismo tiempo de su formación,
de sus intereses, de sus motivaciones y, en gran parte, de su
responsabilidad frente a su labor educativa.
Para Díaz Barriga y Hernández Rojas
(2000), plantean un significado de tipo constructivista sobre la evaluación,
más centrado en su importancia y su función:
“La actividad de evaluación es ante todo compleja, de
comprensión y reflexión sobre la enseñanza, en la cual al profesor se le
considera el protagonista y responsable principal. La evaluación del proceso de
aprendizaje y enseñanza es una tarea necesaria, en tanto que aporta al profesor
un mecanismo de autocontrol que la regula y le permite conocer las causas de
los problemas u obstáculos que se suscitan y la perturban. Desde una
perspectiva constructivista la evaluación de los aprendizajes de cualquier
clase de contenidos debería poner al descubierto lo más posible todo lo que los
alumnos dicen y hacen al construir significados valiosos a partir de los
contenidos curriculares. De igual manera, se debe procurar obtener información
valiosa sobre la forma en que dichos significados son construidos por los
alumnos de acuerdo con criterios estipulados en las intenciones educativas”.
En este caso definimos como
evaluación a la valoración permanente y continúa de los conocimientos, habilidades y
actitudes, que se da sobre el proceso de
enseñanza y aprendizaje que permite mejorar las condiciones de trabajo dentro y
fuera del aula. La evaluación, entendida como una serie de
acciones continuas que los docentes realizan de manera cotidiana en el aula
para indagar sobre el nivel de formación que han alcanzado sus estudiantes, no
puede reducirse solamente a los resultados arrojados por los exámenes que son,
en última instancia, una simplificación de la evaluación. Estos resultados, si
bien son importantes para conocer el grado de adquisición de ciertos
conocimientos y habilidades, constituyen sólo uno de los elementos que forman
parte de la evaluación en sentido más amplio. De esta forma, los resultados de
los exámenes deben convertirse en un punto de partida para que docentes,
coordinadores y directores reflexionen en torno a las prácticas evaluativas y a
las prácticas de enseñanza, de tal forma que aquello que se hace en el aula sea
significativo y promueva al mismo tiempo actitudes de compromiso, interés y
responsabilidad en los estudiantes, que conllevarán a un aprendizaje
significativo y de largo plazo.
La evaluación se reconoce actualmente
como uno de los puntos privilegiados para estudiar el proceso de enseñanza y
aprendizaje. Abordar el problema de la evaluación supone necesariamente tocar todos
los problemas fundamentales de la pedagogía.
“Cuanto más se penetra en el dominio de la evaluación, tanto
más conciencia se adquiere del carácter enciclopédico de nuestra ignorancia y
más ponemos en cuestión nuestras certidumbres. Cada interrogante planteado
lleva a otros. Cada árbol se enlaza con otro y el bosque aparece como inmenso” (CARDINEL, 1968).
La
evaluación íntimamente ligada a la calidad establece su relación cuando
sostenemos que una educación es de calidad en la medida en que los estudiantes
logren los objetivos propuestos, o alcancen lo que se espera de ellos; en otras
palabras: “que aprendan lo que tienen que aprender, en el momento en que lo
tienen que aprender y que lo hagan en felicidad”. Es por esa razón, que los
sistemas de evaluación dentro y fuera del país centran su atención y sus
esfuerzos fundamentalmente en conocer el logro cognitivo de los estudiantes, en
términos de conocimientos, competencias, habilidades del pensamiento, saberes, actitudes, pues se puede decir que en el
aprendizaje de los estudiantes se resume o se debe reflejar la mayor parte de
todo el quehacer educativo, de todo el trabajo escolar, ya que de muy poco
sirve contar con docentes muy preparados, con un plan de estudios bien
diseñado, con buenas instalaciones físicas y con excelentes recursos
didácticos, si los estudiantes no aprenden, o si escasamente alcanzan las metas
básicas propuestas.
BIBLIOGRAFÍA
ü CASANOVA, María A. (1999): Manual de
evaluación educativa, 6.ª ed. Madrid, Editorial La Muralla.
ü Díaz Barriga, Ángel. (2005). Docente y programa lo institucional y lo
didáctico. México: Pomares.
ü DÍAZ BARRIGA, Frida, y HERNÁDEZ ROJAS,
Gerardo (2000): Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México,
McGraw-Hill (Serie Docente del siglo XXI).
ü SANVISENS,
Marful, A (1987) "Educación, Pedagogía y
ciencias de la educación" en Introducción
a la pedagogía. España, Bacanova, pp. 7
ü http://es.wiktionary.org/wiki/evaluaci%C3%B3n
Palabras del Dr. José
Bernardo Toro, Decano Académico de la Facultad de Educación de la Universidad
Javeriana de Bogotá, con motivo de su conferencia en el Encuentro Internacional
de Educación realizado por el Grupo Santillana en el Hotel Tequendama. Bogotá,
D.C. sep. 2002
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